Beatniks / hippies
Torremolinos, lugar de sol y libertad, fue un paraíso para jóvenes inconformistas, y para ideólogos y escritores que retrataron los movimientos contraculturales de mediados del siglo XX.

Torremolinos (1961). Fotografía de B. de Ford
Ya hemos citado, en el apartado de visitantes, al doctor Timothy Leary, personaje controvertido por su defensa de las drogas. Estuvo en la ciudad en 1959 y ha dejado relatada su experiencia en Torremolinos con sustancias que lo dejaron postrado durante varios días. También residieron en Torremolinos autores que forman parte de la generación Beat, como el poeta Harold Norse, uno de cuyos poemas se titula A young man in Torremolinos. O el escritor sueco Sture Dahlström.

Boutique Helmut
Muchos jóvenes rebeldes recalaron en Torremolinos. James Michener en su ya citado libro The Drifters –traducido como Hijos de Torremolinos– se refiere a los cientos de jóvenes que vagaban por las calles de la localidad evitando tropiezos con la policía, y sitúa Torremolinos en un circuito que pasaba por lugares como Marrakesh, Antibes o Mallorca. Menciona asimismo los estilos musicales de los discos se oían en la localidad: psicodelia, folk-rock, guiños medievales u orientales.
El bar que centra la acción de Hijos de Torremolinos está inspirado en un bar real, el Harry´s Bar, en la plaza de la Gamba Alegre, propiedad de dos carismáticos Harry Hubert y Matt Carney, este último mítico corredor en los sanfermines de Pamplona.

Jóvenes en el exterior del Harry´s Bar. Se aprecian influencias que
inspiran «The Drifters»: Torremolinos y Marruecos. Cedida por James Stewart

Año 1963. Un grupo finlandés con el nombre de «Torremolinos».
Fotografía: Keikalla
Las furgonetas volkswagen, con frecuencia pintadas, se convirtieron en todo un símbolo de aventura para numerosos jóvenes, y están relacionadas con el mundo del acid-rock y la psicodelia. Por supuesto también recalaron en Torremolinos.

Furgoneta volkswagen en Torremolinos (1974). Cedida por Bob Howe

Otra furgoneta volkswagen en calle San Miguel
Con sus melenas y barbas, su pacifismo, su amor a las flores, a las drogas alucinógenas, al amor libre y a un entendimiento de la vida alejado de obligaciones y corsés burgueses, los hippies de los años sesenta y primeros setenta estuvieron también en Torremolinos.
Mim Scala, el agente musical y teatral, narra en sus memorias sobre Torremolinos: «fumé lo que me ofrecían, mi primer porro. Las llamas crecieron, la música sonó mejor y el cielo nocturno brilló con estrellas. Me recosté sobre la espalda sintiéndome de maravilla. Traté de incorporarme pero no tuve fuerzas, así que cedí a la intoxicación y me quedé allí, con los ojos cerrados, aplastado en la arena y confiando desesperadamente no caer de la tierra».
Nacen lugares míticos como algunos bares en La Carihuela: el Fat Black Pussy Cat, y el Fígaro. Estos bares estaban decorados con velas, papel de periódico o collages en las paredes y en ellos se fumaba “hierba”, según Antonio D. Olano en su Guía Secreta de la Costa del Sol. Fígaro, además, tenía a veces banderas canadienses decorando su fachada. Y viviendas en la cuesta del Bajondillo, como El volcán que había pertenecido a Lord Willoughby. Casas donde conviven artistas, bohemios, vínculos sorprendentes que sorprenden a los autóctonos.

Bar Fat Black Pussy Cat (1965). En la puerta John Mitchell, su propietario.
A su dcha. Harry Hubert, dueño del Harry´s bar.
Los niños son Chris (de azul) y Dan; fotografía tomada por su padre
el pintor Fred Caston. Cedida por Dan Caston

Bar Fat Black Pussy Cat.
«Guía Secreta de la Costa del Sol» de Antonio Olano
El testimonio de algunas chicas de Torremolinos que frecuentaban estos locales resulta muy interesante. Había «porros» y permisividad sexual, pero a la vez respeto por aquellas chicas que solo iban por la música y por estar en un ambiente diferente y tener amigos extranjeros.

Loli Avisbal en la puerta del Fat Black Pussy Cat

Chicas en la puerta de Fígaro. Cedida por Loli Avisbal
También en La Carihuela, el Smugglers Saloon, a finales de los años 60, era muy divertido y estaba decorado de color blanco mediterráneo. Era propiedad de Danny y Jeff. Lo gestionaba Sloopy, de Canadá, y durante el día el encargado era Doug.

Cartel del bar Smugglers (1968).
Cedido por Donal Kerr
En Torremolinos existió algo parecido a una «escuela hippie». El pintor estadounidense Freddy Caston y su esposa Marianne se establecieron durante años en El Bajondillo, en la casita denominada «El Palacio de la Sardina», entre los años 60 y 70. Allí crearon una pequeña escuela para sus hijos y para otros niños, fundamentalmente extranjeros. La fotografía muestra una de sus aulas psicodélicas, concebida con forma de huevo gigante, que hacía las delicias de los niños:

Escuela en el Bajondillo. Cedida por Dan Caston
Como en todo movimiento rompedor, el fenómeno hippie pronto se vacía de contenido para convertirse en una moda. Y Torremolinos, lugar de moda, se vió inundado de vestimentas floreadas con reminiscencias árabes e hindúes, lentejuelas, flores en el pelo y mística budista. Ángel Palomino, en su novela Torremolinos Gran Hotel, afirma que los clientes de la terraza del bar Pedro´s: “no son hippies pero simpatizan: les gusta andar descalzos, no dar golpe, vestir, según la inspiración del momento, lo mismo a lo Dorian Grey que a lo Garibaldi que a lo Confucio. No se meten con nadie, beben lentamente, fuman tabaco, marihuana o lo que sea”.

Alegoría hippie. Postal Domínguez/Escudo de Oro (1971).
Cedida por Manuel Fernández Muñoz

Torremolinos (1972). Fotograma del reportaje «Costa del Sol Malagueña»:
Filmoteca Española/RTVE
Estas modas foráneas pronto tuvieron su reflejo local: los “pasotas” de los años setenta, procedentes muchos de ellos de la ciudad de Málaga, con un acervo musical basado en el rock progresivo, que confraternizaban con los extranjeros en lugares como la cervecería Bier-Keller.

Calle San Miguel. A la izqda. el Bier-Keller
Además de la música traída directamente desde el extranjero o comprada en Gibraltar, la tienda de discos de Torremolinos por excelencia fue discos Mi-Sol (con dos establecimientos, en las calles San Miguel y Cauce).

Craig de EE.UU., Torremolinos (1973). Lleva la camiseta
del Fat Black Pussy Cat. Cedida por Pam Brindle

Otro Craig. Torremolinos (1973). Cedida por Pam Brindle

Diane, Mick, Wendy, Robbin, Pam (1973).
Venían de correr en los sanfermines. Cedida por Pam Brindle

Chica en Torremolinos. Cedida por Peter Theune

Bar The Affair (1978). Cedida por Paula Lock

Tere Ruiz, Paqui y Loli Avisbal en Mi-Sol de calle Cauce (1979).
Cedida por Loli Avisbal
Tres Barriles era uno de los muchos bares con público predominantemente foráneo y ha llegado a nuestros días con este espléndido cartel de la época. En cambio The Red Lion, en el Bajondillo, desapareció no hace mucho, dejando atrás el recuerdo de muchas noches de música en directo, de grupos estilo, por ejemplo, Santana.